23 feb 2015

A la Inmaculada Concepción 
 
Gerardo Diego


Estirpe de David, nieta nueva,
Para ti, Nina mía, ya no rigen 
condenas heredadas, ni te afligen 
obligadas pensiones de la gleba. 

Tú eres la Paz del cielo, iris que prueba 
el impalpable oriente de tu origen. 
El Padre y el Espíritu te eligen
purísima excepción -isalve!- de Eva.

Para que encarne el Hijo de tu flor trémula 
es justo y digno que tu carne emula
traiga a la vida olor de paraíso.

Y que desde el no ser al ser se intime
hinchiendo su inocencia que la exime: 
toda interior fulgor, nácar sumiso.




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