A MaríaP. Antonio Márquez Fernández, S.D.B.
MIGUEL HERNANDEZ
¡Qué bien, Miguel, cantaste tú a María,
-la Elegida por Dios antes que nada-,
amplia ventana, pura, inmaculada,
por donde penetró la luz, un día!
Prestóte el ruiseñor su melodía
y el serafín su música acordada.
Así tu pecho, cítara templada,
fluyó y fluyó en torrentes de armonía,
al sacro y albo pie de tal Señora,
trillo roedor de la serpiente lista
y de la santidad feraz simiente.
Limpio de tu debilidad, ahora
cómo henchirá de gozo y paz su vista
tu corazón, en el empíreo ambiente.
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